En Jerusem extrañarás las cadenas escarpadas de montañas de Urantia y de otros mundos evolucionarios, puesto que no hay terremotos ni lluvias, pero disfrutarás de las bellas praderas y de otras variaciones singulares de topografía y paisaje. Se han preservado áreas enormes de Jerusem en "estado natural", y el esplendor de estos distritos está mucho más allá de los poderes de la imaginación humana.
Hay miles y miles de pequeños lagos pero no hay ríos turbulentos ni enormes océanos. No hay lluvias, ni tormentas, ni ventiscas, en ninguno de los mundos arquitectónicos, pero existe una precipitación diaria de la condensación de la humedad durante la hora de temperatura más baja que acompaña el receso de la luz. (El punto de rocío es más alto en un mundo de tres gases que en un planeta de dos gases como Urantia). La vida física de las plantas y las cosas vivas del mundo morontial requieren humedad, pero ésta proviene en gran parte del sistema de circulación subterrestre que se extiende por toda la esfera, aun hasta la porción más elevada de la meseta. Este sistema de agua no es enteramente subterráneo, porque existen muchos canales que conectan a los brillantes lagos de Jerusem.
La atmósfera de Jerusem es una mezcla de tres gases. Este aire es muy similar al de Urantia, con el agregado de un gas adaptado a la respiración de la orden morontial de vida. Este tercer gas no hace que el aire sea inadecuado para la respiración de animales o plantas de las órdenes materiales.
El sistema de transporte está aliado con las corrientes circulatorias del movimiento de la energía, estando estas corrientes principales de energía ubicadas a intervalos de dieciséis kilómetros. Ajustando los mecanismos físicos, los seres materiales del planeta pueden proceder a una velocidad que varía de trescientos a ochocientos kilómetros por hora. Las aves transportadoras vuelan a una velocidad de alrededor de ciento sesenta kilómetros por hora. Los mecanismos aéreos de los Hijos Materiales viajan a una velocidad de alrededor de ochocientos kilómetros por hora. Los seres materiales y los seres morontiales primitivos deben utilizar estos medios mecánicos de transporte, pero las personalidades espirituales proceden por enlace con las fuerzas superiores y las fuentes espirituales de la energía.
Jerusem y sus mundos asociados están dotados de diez divisiones estándar de características de la vida de las esferas arquitectónicas de Nebadon. Y puesto que no hay evolución orgánica en Jerusem, no existen formas conflictivas de vida, no hay lucha por la existencia, ni existe la supervivencia del más fuerte. Más bien existe una adaptación creativa que anticipa la belleza, la armonía, y la perfección de los mundos eternos del universo central y divino. Y en toda esta perfección creativa existe un entrelazamiento sumamente sorprendente de la vida física y morontial, contrastadas artísticamente por los artesanos celestiales y sus semejantes.
"Jerusem es en efecto una anticipación de la gloria y grandeza paradisiacas".
Pero no podéis esperar obtener una idea adecuada de estos gloriosos mundos arquitectónicos por simple descripción. Es tan poco lo que se puede comparar con algo de vuestro mundo, y aun entonces las cosas de Jerusem tanto trascienden las cosas de Urantia que la comparación es casi grotesca. Hasta que llegues a Jerusem mismo difícilmente podrás tener algo que se parezca a un concepto verdadero de los mundos celestiales, pero eso no está tan alejado en el futuro cuando se comparará tu experiencia de ida a la capital del sistema con tu llegada futura a las esferas más remotas de capacitación del universo, el superuniverso, y Havona.
El sector industrial o de laboratorio de Jerusem es un ámbito amplio, que los habitantes de Urantia difícilmente reconocerían, puesto que no tiene chimeneas humeantes; sin embargo, existe una intrincada economía material asociada con estos mundos especiales, y hay una perfección de técnica mecánica y logro físico que asombraría y emocionaría a vuestros químicos e inventores más expertos. Detente y considera que este primer mundo de detención en el viaje al Paraíso es mucho más material que espiritual. Durante toda tu estadía en Jerusem y en sus mundos de transición, estás mucho más cerca a la vida terrestre de las cosas materiales que en tu vida futura de existencia de espíritu en avance.
El Monte Seraf es la elevación más alta en Jerusem, cuatro mil seiscientos metros, y es el punto de partida de todos los serafines de transporte. Numerosos desarrollos mecánicos se utilizan para proveer la energía inicial necesaria para escapar la gravedad planetaria y sobreponerse a la resistencia del aire. Parte un transporte seráfico cada tres segundos del tiempo de Urantia durante todo el período de luz y, a veces, aun hasta bien entrado el período de receso de la luz. La velocidad de despegue de los transportadores es de aproximadamente veinticinco millas estándar por segundo, del tiempo de Urantia, y no alcanzan la velocidad estándar hasta no encontrarse a más de dos mil millas de Jerusem.
Los transportes llegan al campo de cristal, el así llamado mar de cristal. Alrededor de esta zona se encuentran las estaciones de recepción para las varias órdenes de seres que atraviesan el espacio por transporte seráfico. Cerca de la estación de recepción en el extremo polar del campo de cristal para los estudiantes visitantes, puedes ascender al observatorio perlino y visualizar el inmenso mapa en relieve del entero planeta sede central.