jueves, 17 de noviembre de 2011

La supervivencia del yo humano.

  
El yo es una realidad cósmica ya sea en forma material, morontial o espiritual. La actualidad de lo personal es el don del Padre Universal que actúa por sí mismo o a través de sus múltiples agencias universales. Decir que un ser es personal es reconocer la individualización relativa de tal ser dentro del organismo cósmico. El cosmos viviente es un agregado integrado casi infinito de unidades reales, todas las cuales están relativamente sujetas al destino del todo. Pero se han dotado a los que son personales de una real elección de aceptación de destino o de rechazo de destino.

 Lo que proviene del Padre es como el Padre, eterno, y esto es igualmente cierto de la personalidad, que Dios otorga por su propia elección libre, como ocurre con el Ajustador del Pensamiento, un fragmento real de Dios. La personalidad del hombre es eterna, pero en cuanto a la identidad es una realidad eterna condicionada. Habiendo aparecido en respuesta a la voluntad del Padre, la personalidad alcanzará el destino de Deidad, pero el hombre debe elegir si estará o no presente en el momento del logro de tal destino. Si no se realiza dicha elección, la personalidad alcanza la Deidad experiencial directamente, volviéndose parte del Ser Supremo. El ciclo está predestinado, pero la participación del hombre en él es facultativo, personal y experiencial.

La identidad mortal es una condición transitoria de tiempo y vida en el universo; es real sólo en cuanto la personalidad elige volverse un fenómeno universal permanente. Ésta es la diferencia esencial entre el hombre y un sistema de energía: el sistema de energía debe continuar, no tiene elección; pero el hombre es responsable de la determinación de su propio destino. El Ajustador es verdaderamente el camino al Paraíso, pero el hombre mismo debe tomar ese camino por su propia decisión, por su elección del libre albedrío.

Los seres humanos poseen identidad sólo en el sentido material. Estas cualidades del yo son expresadas por la mente material al funcionar en el sistema de energía del intelecto. Cuando se dice que el hombre tiene identidad, se reconoce que él posee un circuito mental que ha sido colocado en subordinación a las acciones y elecciones de la voluntad de la personalidad humana. Pero ésta es una manifestación material y puramente temporal, del mismo modo que el embrión humano es una etapa transitoria parasitaria de la vida humana. Los seres humanos, desde una perspectiva cósmica, nacen, viven y mueren en un instante relativo del tiempo; no son perdurables. Pero la personalidad mortal, por su propia selección posee el poder de transferir su asiento de identidad del sistema material intelectual pasajero al sistema más elevado del alma morontial que, en asociación con el Ajustador del Pensamiento, es creada como nuevo vehículo para la manifestación de la personalidad.

Es este mismo poder de elección, la insignia universal de lo que el hombre es criatura con libre albedrío, lo que constituye su mayor oportunidad y su suprema responsabilidad cósmica. De la integridad de la volición humana depende el destino eterno del finalista futuro; de la sinceridad del libre albedrío mortal el Ajustador divino depende para su personalidad eterna; de la fidelidad de la elección mortal depende el Padre Universal para la realización de un nuevo hijo ascendente; de la constancia y sabiduría de las acciones y decisiones depende el Ser Supremo para la actualidad de la evolución experiencial.
      
Aunque los círculos cósmicos del crecimiento de la personalidad deben ser alcanzados finalmente, si los accidentes del tiempo y las dificultades de la existencia material te previenen, sin culpa tuya, de lograr estos niveles en tu planeta nativo, si tus intenciones y deseos son de valor de supervivencia, se emitirán decretos de extensión del período de prueba. Se te permitirá tiempo adicional para que te pruebes.
      
Si en algún momento hubiese dudas en cuanto a la aconsejabilidad de avanzar a una determinada identidad humana a los mundos de estancia, los gobiernos del universo invariablemente deciden a favor del interés personal de ese individuo; avanzan sin titubeos a dicha alma a un estado de ser transicional, mientras continúan sus observaciones del intento morontial naciente y del propósito espiritual. Así la justicia divina está segura de cumplirse, y la misericordia divina recibe una oportunidad más de extender su ministerio.
      
Los gobiernos de Orvonton y Nebadon no afirman perfección absoluta para el funcionamiento minucioso del plan universal de la repersonalización mortal, pero sí declaran manifestar y efectivamente manifiestan paciencia, tolerancia, comprensión y compasión misericordiosa. Deberíamos más bien correr el riesgo de una rebelión en el sistema que cortejar el peligro de privar a un mortal que lucha, de cualquier mundo evolucionario, de la felicidad eterna de perseguir la carrera de ascensión.
      
Esto no significa que los seres humanos han de disfrutar de una segunda oportunidad frente al rechazo de la primera, de ninguna manera. Pero sí significa que toda criatura volitiva ha de experimentar la oportunidad auténtica de hacer una elección sin dudas, autoconsciente y final. Los Jueces soberanos del universo no privarán a ningún ser de estado de personalidad, si ese ser no ha hecho su elección eterna en forma final y plena; el alma del hombre debe tener y se le da, la plena y amplia oportunidad de revelar su verdadero intento y propósito auténtico.
      
Cuando los mortales más avanzados espiritual y cósmicamente mueren, proceden inmediatamente a los mundos de estancia; en general, esta disposición opera para los que se haya asignado un guardián personal seráfico. Se puede detener otros mortales hasta el momento en que se complete una adjudicación de sus asuntos, después de lo cual pueden proceder a los mundos de estancia, o ser asignados a las filas de los sobrevivientes durmientes que serán repersonalizados en masa al fin de la presente dispensación planetaria.
      
Existen dos dificultades que obstaculizan mis esfuerzos para explicar exactamente lo que te ocurre en la muerte, el sobreviviente que es distinto del Ajustador que parte. Una de éstas consiste en la imposibilidad de llevar a vuestro nivel de comprensión una descripción adecuada de la transacción en la región fronteriza de los dominios físico y morontial. La otra ocurre debido a las restricciones colocadas sobre mi comisión como revelador de la verdad por las autoridades gubernamentales celestiales de Urantia. Existen muchos detalles interesantes que podría presentar, pero no lo hago por consejo de vuestros supervisores planetarios inmediatos. Sin embargo, dentro de los límites de mi permiso, puedo decir tanto como esto:
      
Existe algo real, algo de la evolución humana, algo adicional al Monitor Misterioso, que sobrevive a la muerte. Esta entidad de nueva aparición es el alma, y sobrevive a la muerte tanto del cuerpo físico como de la mente material. Esta entidad es el hijo conjunto de la vida combinada y los esfuerzos del tú humano en enlace con el tú divino, el Ajustador. Este hijo de parentesco humano y divino constituye el elemento sobreviviente del origen terrestre; es el yo morontial, el alma inmortal.
      
Este hijo de significado persistente y valor sobreviviente está totalmente inconsciente durante el período que corre desde la muerte hasta la repersonalización y está bajo la custodia del guardián seráfico de destino a lo largo de esta temporada de espera. No funcionarás como ser consciente, después de la muerte, hasta no haber logrado la nueva conciencia morontial en los mundos de estancia de Satania.
      
En el momento de la muerte la identidad funcional asociada con la personalidad humana se interrumpe a través de la cesación del movimiento vital. La personalidad humana, aunque transcienda sus partes constituyentes, depende de ellas para su identidad funcional. La interrupción de la vida destruye los esquemas cerebrales físicos para la dote mental, y la destrucción de la mente termina la conciencia mental. La conciencia de esa criatura no puede posteriormente volver a aparecer hasta que no se haya establecido una situación cósmica que permita que esa misma personalidad humana pueda funcionar nuevamente en relación con la energía viva.
      
Durante el tránsito de los mortales sobrevivientes desde el mundo de origen hasta los mundos de estancia, sea que experimenten la reconstitución de la personalidad en el tercer período o que asciendan al tiempo de una resurrección de grupo, los arcángeles de sus mundos de actividades especiales preservan fielmente el registro de la constitución de la personalidad. Estos seres no son los custodios de la personalidad (como los guardianes serafines lo son del alma), pero sin embargo es verdad que todo factor identificable de la personalidad está salvaguardado eficazmente en la custodia de estos fideicomisos confiables de la supervivencia mortal. En cuanto a la ubicación exacta de la personalidad mortal durante el tiempo comprendido entre la muerte y la sobrevivencia, no lo sabemos.
      
La situación que hace posible la repersonalización ocurre en las salas de la resurrección de los planetas receptores morontiales de un universo local. Aquí, en estas cámaras de reconstitución de vida, las autoridades supervisoras proveen esa relación de energía universal —morontial, mental y espiritual— que hace posible el retorno de la conciencia del sobreviviente durmiente.  
La reconstitución de las partes constituyentes de una personalidad en otro tiempo material comprende:
      
1. La fabricación de una forma apta, un modelo de energía morontial, en el cual el nuevo sobreviviente pueda hacer contacto con la realidad no espiritual, y dentro de la cual la variación morontial de la mente cósmica pueda conectarse con sus circuitos.
    
2. El retorno del Ajustador a la criatura morontial en espera. El Ajustador es el custodio eterno de tu identidad ascendente; tu Monitor es el seguro absoluto de que tú mismo y ningún otro ocuparás la forma morontial creada para tu personalidad que despierta. Y el Ajustador estará presente en la reconstitución de tu personalidad para retomar nuevamente el papel de guía al Paraíso de tu ser sobreviviente.

 3. Cuando se han reunido estos tres requisitos de la repersonalización, el custodio seráfico de las potencialidades del alma inmortal dormida, con la asistencia de numerosas personalidades cósmicas, dona esta entidad morontial a la forma morontial de mente y cuerpo que está esperando y confía este hijo evolucionario del Supremo a la asociación eterna con el Ajustador en espera. Y esto completa la repersonalización, reconstitución de la memoria, discernimiento y conciencia —identidad.
      
El hecho de la repersonalización consiste en la detención de la fase morontial, conectada con los circuitos, de la mente cósmica recientemente segregada por parte del yo humano que despierta. El fenómeno de la personalidad depende de la persistencia de la identidad de la reacción del yo al medio ambiente universal; y esto tan sólo puede realizarse a través del medio de la mente. La entidad yo persiste a pesar de un cambio continuo en todos los factores componentes del yo; en la vida física el cambio es gradual; en la muerte y después de la repersonalización, el cambio es repentino. La auténtica realidad de toda entidad del yo (personalidad) puede funcionar sensiblemente a las condiciones del universo por virtud de un cambio incesante de sus partes constituyentes; el estancamiento termina en la muerte inevitable. La vida humana es un cambio incesante de los factores de la vida, unificados por la estabilidad de una personalidad incambiable.
      
Cuando así despiertas en los mundos de estancia de Jerusem, estarás tan cambiado, la transformación espiritual será tan grande que, si no fuera por tu Ajustador del Pensamiento y tu guardián del destino, que tan plenamente conectan tu nueva vida en los nuevos mundos con tu vieja vida en el primer mundo, tendrías al principio dificultad en relacionar la nueva conciencia morontial con la memoria renaciente de tu identidad previa. A pesar de la continuidad del yo personal, mucho de la vida mortal parecería al principio un vago y confuso sueño. Pero el tiempo aclarará muchas asociaciones mortales.
      
El Ajustador del Pensamiento recordará y volverá a recontar para ti sólo aquellos recuerdos y experiencias que son parte de tu carrera universal y que son esenciales para ésta. Si el Ajustador ha sido un socio en la evolución de alguna cosa en la mente humana, estas experiencias valiosas sobrevivirán en la conciencia eterna del Ajustador. Pero mucho de tu vida pasada y sus recuerdos, que no han tenido ni significado espiritual ni valor morontial, perecerá con tu cerebro material; mucho de la experiencia material desaparecerá como antiguos andamios que, habiéndote ayudado a pasar al nivel morontial, ya no tienen un propósito en el universo. Pero la personalidad y los enlaces entre personalidades no son jamás andamios; la memoria mortal de las relaciones con las personalidades tiene valor cósmico y persistirá. En los mundos de estancia conocerás y serás conocido, y más, recordarás y serás recordado por tus asociados de antaño en la corta pero estimulante vida en Urantia.